La paz no es casualidad

El día de ayer había avanzado con algunas tareas para hoy: limpié la casa, el patio, la cocina y también preparé mi bici, con la intención de no comenzar el día agitado.

Me dormí a las 10:45 p.m. Hacía algo de calor, pero caí rápido; no hubo perros ladrando y el descanso fue efectivo. Aunque el reloj no me marcó un sueño excelente —no alcancé suficiente fase profunda—, al despertar me sentí descansado.

Mi esposa saldría temprano a la oficina. Ya le había limpiado el carro desde ayer, así que esta mañana solo me levanté a darle un último vistazo. Salió a las 6:10 a.m.

Aproveché ese rato para revisar algunos reportes y hacer ajustes a mi página. Cuando llegó el momento de comenzar la rutina, lo hice con calma: alimenté a los perros, preparé mi ropa y lo necesario para llevar al trabajo.

Una casa limpia y en orden transmite paz. Cuidar lo que ha costado tanto conseguir es una forma de vivir con claridad y valorar lo que se ha logrado con los años.

El desayuno ya lo tenía listo desde ayer, solo lo calenté y lo fui disfrutando mientras hacía otras cosas.

Dejé todo en orden: casa cerrada, perros alimentados y con agua. La bici lista. No salí exactamente a la hora que había planeado, pero lo compensaría con intensidad.

Eran las 8:05 a.m. Salí con decisión. El clima fresco hacía placentero el trayecto. Llevaba manga corta para sentir el viento; el sol aún no golpeaba fuerte.

Al incorporarme a la carretera aumenté velocidad. El tráfico estaba tranquilo. Avancé con precaución, atento a entradas y salidas de los establecimientos. Las subidas exigen más, elevan el pulso y el calor corporal, pero siempre vienen seguidas de bajadas que permiten regularse.

Todo fluyó sin novedades. Un recorrido agradable. Como ya es costumbre, los últimos dos kilómetros los hice bajando la intensidad, buscando llegar en zona 2. Llegué al trabajo con cinco minutos de retraso. Me tomé unos minutos para regular mi temperatura y revisar el recorrido en el teléfono.

Una vez más, quedé satisfecho. Sigo disfrutando esta etapa de la vida donde no se necesita mucho para vivir en paz. Solo hace falta un cuerpo bien entrenado, que responde... y se tranquiliza al cumplir su propósito.

La paz no es casualidad

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