Ya soy parte del camino
Publicado el 03 July 2025
Hoy no iría a la oficina. Me quedaría a trabajar desde casa, lo cual ya desde ayer me daba una sensación de mayor tranquilidad.
Sigo limpiando el patio del Oso y Porra. Ayer corté algo de maleza que crecía en las bardas. Estaba difícil porque la raíz estaba muy oculta; fue necesario usar el machete. Ya casi está listo. Esa actividad, sumada al regreso en bici, me dejó cansado. Tenía que preparar la comida para hoy y, al terminar, me fui a dormir. El descanso fue reparador.
Me levanté a las 5:50 a. m. Mi esposa iría al trabajo y tenía que estar al pendiente de su salida. Como hoy la rutina sería diferente, fue necesario ajustar también la salida en bici, ya que no haría la ruta habitual al trabajo.
Arreglé lo necesario y salí de casa ligero. El plan original era ir a San Pedro, pero algo dentro de mí decía que necesitaba una ruta diferente. Así que decidí subir hacia Valle de las Palmas por la ruta del basurero municipal.
Eran las 7:40 a. m. El clima soleado ya comenzaba a dejarse sentir. Últimamente he puesto más atención a la protección solar. Ahora me pongo bloqueador: los rayos UV son muy fuertes, causan manchas en la cara y también quemaduras.
La ruta la comencé tranquilo. Ya no representa un problema avanzar con buena velocidad. Lo que antes era esfuerzo constante, ahora solo es momentáneo. El cansancio ya no me detiene. Me recupero rápido gracias a los entrenamientos constantes de los últimos meses.
El camino hacia Valle de las Palmas está en mal estado, con tramos de carretera quebrada. Por eso ayuda salir con bicicleta de montaña. La primera bajada es tranquila, y la velocidad que uno alcanza es similar a la de los autos, así que no hay problema en compartir camino.
El verdadero reto comienza en las subidas. El avance es lento y hay que estar atento a los carros que vienen por detrás. Mano firme, pedaleo seguro, sin desviarse del camino, porque cualquier distracción podría ser peligrosa.
Lo que no contemplaba era que ahora también transitan tráilers cargados de arena por ese camino, además de los camiones que depositan basura. Fue incómodo, pero fuera de eso, estuvo interesante. La exigencia ayuda a fortalecer el sistema cardíaco. La mayor parte de la ruta la hice en zona 3 y zona 4, con un promedio de 132 ppm. Fue una subida intensa, pero el cuerpo respondió bien.
No tenía tiempo de sobra para continuar hasta el final del camino. Eso me hubiera dado una ruta de 23 km, pero por el horario, subí hasta donde fue posible y luego comencé el regreso. La bajada fue extensa y solo hubo dos subidas intensas, que pude completar sin problemas. La recuperación en la bajada me ayudó a subirlas con intensidad.
Fue una ruta diferente, con muchas subidas que fortalecieron tanto los músculos como la mente. En los tramos más demandantes, aprendí a no desesperarme.
Al entrar a la colonia, un señor de la constructora GUSA me saludó. Quería saber más de mí, ya que siempre me ve en carretera con mi bici. Le parecía raro ver a alguien que se transporta así todos los días. Me comentó que él lo hizo algunas veces por falta de carro, y que para él fue todo un reto. Sin duda, todos pasamos por eso… pero con el tiempo, el cuerpo se fortalece, y los recorridos diarios se vuelven posibles.
Sus palabras me dejaron pensando: ya me volví parte del camino. Los automovilistas ya me identifican. Eso puede ser algo bueno, porque el camino empieza a adaptarse a mi presencia. Claro, siempre respetando las reglas de tránsito, para no causar accidentes y cuidar mi seguridad día a día.
Llegué feliz a casa. La ruta se hizo, aunque no fuera al trabajo. Ahora tocaba echarle ganas al trabajo… desde el otro camino: el de la casa.
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