Lunes 30 de junio de 2025

La semana no comenzó con la energía al máximo. A las 4 a. m. los ladridos de los perros me despertaron; al parecer, algunos perros callejeros pasaban por la carretera. Los míos, territoriales como siempre, empezaron a hacer escándalo para ahuyentarlos.

Aun así, logré dormir un poco más. Mi esposa iría a la oficina, así que me levanté faltando 10 para las 6 a. m. para estar al pendiente de su salida. Al salir al patio, el fresco de la mañana lo volvía todo más agradable. Los últimos días han sido calurosos, y por eso las mañanas y las tardes se sienten como un respiro que vale la pena disfrutar.

Cuando me quedé solo, comencé con la rutina de siempre: preparar todo para salir al trabajo, dejar la casa limpia, los perros alimentados y sus cubetas de agua llenas hasta el tope.

Salí rumbo al trabajo faltando cinco para las 8 a. m. con una intensidad media. No quise forzar, aunque mi velocidad no era mala. La ausencia de viento ayudaba, aunque el sol ya estaba fuerte. Avancé tranquilo, atento al camino. No hubo sorpresas, siempre anticipando la salida y entrada de autos en los negocios locales.

Pasé por el Refugio, un tramo que requiere atención. El flujo vehicular era alto, así que avancé por el camellón hasta el retorno. Un auto me dio espacio para ingresar al carril de alta velocidad. Rápidamente aumenté velocidad para ir cambiando de carril hasta llegar al lento. Logré hacerlo sin problemas. Sin duda, esos son los movimientos que exigen más atención: revisar si los autos ceden el paso y, si no, mantener firme tu carril… que ya es tuyo.

Los autos comenzaban a detenerse en el semáforo. Se formó una fila, pero yo me coloqué hasta el frente. En cuanto cambió la luz, avancé junto a los taxis. No hubo incidentes, pude fluir entre el tráfico sin incomodar a nadie.

Subí El Laurel tranquilo, y logré una velocidad media de 18 km/h, lo cual no es nada malo considerando la inclinación. Salí por las vías y, al llegar al Blvd. Los Olivos, revisé el reloj: tenía 10 minutos para llegar al trabajo. Nada mal.

No era necesario acelerar. Los últimos 2 km los haría tranquilo, bajando la intensidad para salir de la zona 4 y entrar en zona 2. Así evitaría tener que recuperarme en el estacionamiento. Y así fue. Finalmente llegué al trabajo. Funcionó la estrategia. Me recuperé rápido.

Una vez más, disfruté el recorrido hacia el trabajo. Confirmé que un buen entrenamiento de fin de semana realmente ayuda a hacer llevadero y eficiente el trayecto laboral.

Lunes 30 de junio de 2025

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