Caminata con una nueva invitada

Publicado el 25 June 2025

Hoy el día prometía calor desde temprano; la ausencia de nubes lo anticipaba.
Llegó la hora de la comida, ese momento donde se aprovecha para convivir y disfrutar los alimentos. Salí junto con un amigo.

Pedí pechuga de pollo a la plancha, un platillo efectivo para la nutrición después de la actividad física.
La comida fue agradable y breve. Salimos con la intención de realizar la caminata de siempre. Esta vez se nos unió una compañera. No estaba seguro de que pudiera soportar el paso ni la distancia, pero ella estaba decidida. Quería demostrar que sus 55 años no eran impedimento.

Me cambié los zapatos y salimos. El clima era caluroso, pero no sofocante, así que avanzamos con un ritmo moderado. Nuestra compañera llevaba zapatos de oficina, lo cual impedía aumentar la intensidad. Nosotros ya estamos acostumbrados a la distancia y al clima.

Las pláticas nos hacían olvidar el esfuerzo. Entre anécdotas y risas, los metros pasaban. Con algo de esfuerzo por parte de la compañera, finalmente llegamos al final del recorrido.

El regreso lo hicimos pegados al edificio. El sol calentaba sus zapatos, lo que volvía el trayecto más exigente. Ya en los últimos metros, entre quejas y risas, el sol pegaba con fuerza; no había sombra que nos protegiera. Por suerte, fue breve: al final, llegamos a un lugar sombreado y hubo alivio.

Habíamos invitado a una compañera a su primer recorrido de 2.8 km, y lo había logrado con determinación. Al final se sintió aliviada. Celebró su logro y lo compartía con sus amigas.

Nosotros llegamos tranquilos. Para nosotros, ya es parte de la vida.
Mientras ella celebraba su primer logro, nosotros simplemente respirábamos… como quien ya ha hecho de esto un ritual diario.

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