La ruta que se decidiĂł sola
Desde ayer tenĂa en mente salir temprano para hacer una ruta larga. Pero eso significaba levantarme antes de las 6:00 a.âŻm.
El problema fue que me dormĂ tarde, y cuando despertĂ©, ya eran las seis. AdemĂĄs, no me sentĂa muy animado. PensĂ© que harĂa mucho calor, que tal vez una vuelta corta como la de ayer serĂa mejor.
Ayer por la tarde estuve limpiando el patio donde estĂĄn El Oso y La Porra. HabĂa crecido mucha maleza, y querĂa dejarlo limpio. AsĂ que considerĂ© que hoy serĂa buena idea continuar con eso.
Pero despuĂ©s de media hora, ya con el cafĂ© terminado, me llegĂł la idea de salir. Entre mĂĄs pronto saliera, mĂĄs pronto regresarĂa. Con el cuerpo ya activo, podrĂa seguir la labor del patio despuĂ©s.
SalĂ ligero: solo un bidĂłn de agua, 200 pesos y el celular. Eran las 7:00 a.âŻm. No hice mucho escĂĄndalo; mi esposa seguĂa dormida. Pero sabĂa que Charly harĂa su clĂĄsico enojo cuando me fuera. Ni modo.
El sol ya estaba alto, pero no hacĂa calor. Mi mente seguĂa pensando en una ruta corta, asĂ que empecĂ© el recorrido con buena velocidad. El clima era excelente, el cuerpo respondĂa, no se podĂa pedir mĂĄs.
Mientras avanzaba, empecé a planear el trayecto. Llegar al Valle de las Palmas sonaba ideal: 45 km, 2 horas de salida. Nada mal.
SubĂ hasta San Pedro. El camino ya me reconoce, y yo a Ă©l. No hay sorpresas, salvo el clima o los posibles compañeros ciclistas. Hoy no vi ninguno. Solo pasaban autos cargando bicicletas. Tal vez habĂa una competencia.
Antes iban a la Presa El Carrizo, pero Ășltimamente ya no se ve tanto movimiento por allĂĄ.
Los autos me saludaban, me daban ĂĄnimos para continuar. LleguĂ© a San Pedro en 38 minutos, a pesar de la subida. SeguĂa con buen ĂĄnimo.
VenĂa la gran bajada hacia la UABC. Es de mis preferidas. Mientras desciendo, la vista al valle se ve majestuosa. Son afortunados los estudiantes de estar ahĂ. Me imagino llegando en bici, o explorando esa zona en horas libres.
El camino estaba tranquilo, muy pocos carros, y los que pasaban me daban espacio.
En cuanto llegĂł lo plano, comencĂ© a pedalear suave. No habĂa razĂłn para apretar; aĂșn faltaba mucho.
Las vistas eran buenas. La zona aĂșn conserva esa tranquilidad donde la modernidad no ha llegado.
Los campos siendo regados, la frescura de la mañana en su mĂĄxima expresiĂłn. Me sentĂa afortunado de formar parte de eso.
SeguĂan pasando autos con bicicletas. Cuando vemos a alguien en camino, surge la curiosidad: ÂżquiĂ©n serĂĄ? Tal vez lo conocemos, o tal vez solo compartimos el mismo impulso de avanzar.
Mi reloj avisaba: llevaba media de 25 km/h. A ese paso, llegarĂa al valle en una hora, justo como lo planeado.
Solo unos perros interrumpieron mi paz. Salieron de una casa, me siguieron unos metros. Ya no les doy confianza. Si los veo agresivos, prefiero bajarme. Cuando ven a alguien de pie, se alejan. Hoy se aburrieron y regresaron.
Finalmente llegué al parque. Estaba solo. Paré un poco, tomé agua.
Y ahĂ llegĂł el pensamiento: aĂșn tenĂa mucha energĂa.
Si regresaba serĂan 25 km mĂĄs. Pero si tomaba rumbo a Tecate, aumentarĂa a 50. El clima invitaba a seguir. AsĂ que, sin pensarlo mucho, continuĂ©.
El poblado estaba tranquilo. Una muchacha lo comprobaba: corrĂa por las avenidas, entrenando.
TomĂ© la intersecciĂłn a la carretera federal hacia Tecate. Ya sabĂa lo que venĂa: mucha subida. No muy inclinada, pero larga.
Pedaleaba ligero, 13 km/h. A ese paso, llegarĂa a Cerro Azul en una hora. Esa es la parte mĂĄs demandante.
Hoy era el dĂa perfecto. No habĂa trĂĄileres âlos que suelen usar el acotamiento para dar paso a autosâ. Iba atento con mi espejo retrovisor. MĂĄs vale estar prevenido.
PasĂ© por un rancho en las alturas, algo que dice âMonasterioâ. AhĂ es donde los ciclistas en autos estaban llegando.
Algunos ya estaban en pista, haciendo brincos en el cerro. Me hubiera gustado llegar, pero ya estaba cambiando demasiado el plan como para agregar una hora mĂĄs.
SeguĂ con mente clara. Subir era el objetivo.
Vi a un ciclista adelante. Lo alcancĂ© tras unos minutos. Se veĂa fuerte, buena tĂ©cnica. Hice algunos ruidos para avisar mi paso; no es agradable que alguien pase a centĂmetros sin avisar.
Nos saludamos. Era un señor mayor, unos 70 años, con una fuerza increĂble. PensĂ© que lo dejarĂa atrĂĄs, pero venĂa a mi ritmo.
En el camino, varios ciclistas descendĂan, entre ellos varias chicas. Todos en solitario, como yo, a gran velocidad. Eso no impedĂa saludarnos.
Hay respeto y admiraciĂłn entre quienes compartimos la calle.
Antes de llegar, vi los restos de un accidente. Un trĂĄiler de cervezas TECATE. Asfalto manchado, partes calcinadas, latas reventadas.
Mientras mĂĄs subĂa, mĂĄs latas cerradas veĂa, tiradas por la carretera.
Finalmente lleguĂ© a Cerro Azul. PensĂ© que el calor serĂa mĂĄs fuerte, pero estaba agradable. La altura del lugar hace que el viento fluya.
No parĂ© a descansar. El bidĂłn aĂșn estaba casi lleno. PararĂa en Tecate.
El trayecto de Cerro Azul a Tecate fue agradable: zonas planas, bajadas intensas.
La del Rancho Tecate es de las mejores: te regala kilĂłmetros sin esfuerzo.
La Ășltima subida antes de llegar a Tecate es interesante. PensĂ© que se me complicarĂa, pero no la sentĂ tan pesada.
Finalmente, llegué a Tecate. No entré a la ciudad. Aunque sé que no es permitido, usé la carretera cuota. Un solo ciclista no llama tanto la atención.
Avancé con cuidado, lo mås a la derecha posible. Es un tramo plano, salvo unas subidas cortas. Kilómetros fåciles.
Me incorporé a la carretera libre a Tijuana. El acotamiento estaba libre, poco tråfico.
Casi llegando a Toyota, pensĂ©: Âżbajar por la Presa El Carrizo? La Ășltima vez no me fue tan bien. ÂżBuscar vereda por el monte? ÂżO bajar por carretera?
Mientras lo pensaba, vi que no habĂa autos. DecidĂ por la tercera opciĂłn. Si bajaba a 50 km/h, cruzarĂa ese segmento rĂĄpido.
AsĂ fue. Dos carros a lo lejos me respetaron.
Quedaban los Ășltimos kilĂłmetros, de Toyota a casa. No sentĂa el clĂĄsico cansancio. Tampoco el desgaste mental de âya querer llegarâ.
SeguĂ por carretera sin complicaciones.
Al llegar al puente de San Pedro, el viento se puso en contra. SerĂan pesados⊠pero agradables.
Quedaban algunas subidas mĂĄs. Los Ășltimos esfuerzos, la subida moderada.
La Ășltima bajada me ayudĂł a regular el cuerpo, bajar los pulsos, recuperar temperatura.
Llegué un poco cansado, pero satisfecho.
HabĂa hecho una gran ruta. SentĂ el viento. El sol. La libertad.