Bajo el sol, seguimos caminando

Publicado el 17 June 2025

El calor apretaba, pero no era razón para detenerse. Ayer había decidido no salir. Después de una jornada intensa el domingo, era sensato dar al cuerpo un respiro. Lo acepté sin culpa.
Durante la comida, compartí mesa con algunos compañeros de sistemas. No coincidimos mucho, así que fue agradable escucharnos, soltar anécdotas, reírnos sin prisa. El tiempo se nos fue volando.
Pero hoy sería distinto.
A las 14:25, salimos decididos. El sol no tenía compasión, así que me calcé otros zapatos y me puse una gorra. Protegerse del sol ya no es opción, es necesidad. Las quemaduras no perdonan.
Éramos tres. Apenas dimos los primeros pasos, el calor se hizo notar, pero también el alivio mental. Caminar a ritmo fuerte, soltar el estrés, hablar. Mis compañeros no bajan el paso, y yo tampoco.
Mientras avanzábamos, las palabras fluían. Cada uno tenía algo que contar. Entre el sol que golpeaba y la búsqueda constante de sombra, nos abríamos espacio pegados a los muros.
A mitad del camino, en 14 minutos, llegamos al refugio: la sombra inmensa de un edificio abandonado. Nos detuvimos unos minutos. Seguimos conversando. No era solo ejercicio, era compañía, era pausa emocional, era rutina que cura.
De regreso, la sombra nos protegió casi todo el trayecto. Solo al final, un tramo sin resguardo nos enfrentó otra vez al fuego. El sudor empezó a brotar, pero no importó. La última sombra llegó como promesa cumplida.
Soportamos el clima. Cumplimos con el cuerpo y con el alma. Para muchos no es el mejor momento para salir, pero para nosotros, adaptarse es parte de no rendirse. La rutina se sostiene así: enfrentándola, no esquivándola.

El recorrido fue de 2.8 km. Se sintió breve, pero muy beneficioso.

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