Sábado último del mes 55km

Hoy sábado me levanté temprano. Eran las 5:40 y ya estaba dispuesto a aprovechar el día. Preparé un café y revisé los pendientes: había varios, pero ajusté prioridades. Estoy preparando mi computadora para desarrollar un programa para Android; el lenguaje será MAUI, la tecnología más reciente de Microsoft. Hoy en día, es necesario conocer estas herramientas.

Todo estaba listo. El cielo prometía sol, así que decidí salir en bici a hacer mi recorrido diario, antes de que el calor golpeara con fuerza. Preparé todo; la idea era recorrer unos 30 km y dejar que el cuerpo me dijera cómo se sentía.

Tomé camino hacia San Pedro, una ruta tranquila con subidas pronunciadas. Fui con calma, sin intensidad, pero manteniendo buena cadencia. El cuerpo empezó a despertar. Ya en la parte final, aceleré. Me sentía listo, vivo, con energía. Bajé a media subida para tomar el atajo hacia la presa El Carrizo, por la carretera de terracería.

Mientras avanzaba, recordé a los perros que suelen seguirme. Y como si los hubiera llamado con el pensamiento, ahí estaban: tres perros disfrutando la mañana igual que yo. Esta vez solo me miraron, no se inquietaron. El sol ya pegaba fuerte. Me cubrí el rostro con el buff para evitar quemaduras y subí con intensidad. No tomé fotos en la presa. Esta vez no quería detenerme.

Regresé a San Pedro. Tocaba ahora bajar, y el trayecto me llevó hasta la carretera libre a Tijuana. Ya llevaba 25 km y aún tenía ganas de seguir. Estaba decidido: iría rumbo a mi trabajo, sumando otros 25 km con ese trayecto. Era un camino plano, con pocas subidas, ideal para rodar en zona 2. Tenía energía de sobra. Me hidrate en Ojo de Agua y seguí. Con tantos días recorriendo ese camino, ya lo sentía mío. Iba ligero, sin la mochila, y gané buena velocidad.

Al llegar a la zona industrial El Florido, seguí hasta el retorno de la Cruz Roja. El sol ya pegaba fuerte. Estaba entrando en la etapa final: 12 km de regreso. Tocaba decidir el camino. Opté por pasar por El Niño, hacía mucho que no rodaba por ahí.

Avancé con buena velocidad. La zona se ha transformado: ahora es una zona industrial. No me molesta, al contrario, hay más orden, las banquetas están bien trazadas, se nota la mejoría. Pero al llegar al centro de El Niño, la escena cambia: decadencia. Carros pasando a toda velocidad, sin respetar al ciclista. Agua estancada en las calles. Las alcantarillas no funcionan.

Subí desde las vías hasta Maclovio Rojas. Ya estaba en lo último. Aún con energía, tomé ese último tramo con fuerza. Llegué a mi casa a las 9:30 a. m., listo para desayunar y compartir el resto del día con mi bella esposa.