Mañana fresca, mente densa jueves 29 de mayo 2025

Publicado el 29 May 2025

Siguen los días frescos.
Anoche dormí a las 10:40 p. m.; el clima volvió agradable el descanso.
Fue un sueño corrido, sin interrupciones, aunque mi smartwatch dice que no fue excelente: 6 horas con 27 minutos. Me faltó al menos media hora más, pero levantarse cerca de la hora límite vuelve estresante la preparación.

Mi esposa iba a la oficina, así que me levanté a las 5:40 a. m. para asegurarme de que todo estuviera en orden.
Hice las actividades diarias, salvo un extra: mover a los perros de patio.
Mi madre vendría por el día, y como ya he contado, Charly no los dejaría en paz.

Al salir, el patio no tenía ya rastro del verano.
El aire era fresco, sin exagerar.
Vi mi bici ponchada. Preparé otra para el trayecto al trabajo.
Me moví rápido. Quería salir más temprano. Últimamente he salido tarde, lo que me obliga a acelerar.

Desayuné algo apurado.
De la nada se van los minutos, y este día casi pasa lo mismo.
Salí de casa a las 08:00 a. m., dejando todo en orden: perros asegurados, casa cerrada.
No me sentía animado como otros días. Pero es parte de la vida.
No todo es ánimo ni alegría; a veces se junta algo más profundo, sin nombre, y no sabes por qué es así.

El recorrido lo comencé despacio.
Poco a poco, la intensidad fue en aumento, hasta alcanzar mi ritmo óptimo.
No me esforcé, pero avancé con velocidad.
Pasé por el refugio a las 08:15 a. m., buen tiempo comparado con días anteriores.
La actividad matutina era evidente: gente ejercitándose, perros acompañando.
Yo esquivaba los juegos mecánicos en El Laurel.

Faltaban nueve minutos para llegar al trabajo.
Buen margen.
Fui a velocidad media, 25 km/h.
Aproveché el último semáforo —estaba en rojo— para descansar.
Y en el tramo final, lancé un sprint.
No había autos a la vista.
Llegué al trabajo en 30 minutos, a las 08:30 a. m.
Justo lo necesario para comenzar a romper la racha negativa de puntualidad.

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