Paseo de Bomberos 2023

Publicado el 02 September 2023

Imagen de la narración
Era un domingo de septiembre del año 2023. El paseo de bomberos se celebraría en Tecate, con destino a Valle de las Palmas. El día había llegado.

La hora de arranque era a las 8:00 a. m., pero el registro comenzaba desde temprano. Los primeros en llegar se llevarían una playera conmemorativa. Un amigo también asistiría, así que pasó por mí a las 5:30 de la mañana. Subí mi bicicleta a su carro y partimos rumbo a Tecate.

Dejamos su auto en casa de una amiga que lo cuidaría, y desde ahí nos dirigimos a la estación de bomberos. Aún estaba oscuro, y recorrimos en bici unos 2 km hasta llegar. Ya había ciclistas en el lugar. Era mi primer evento, y todo era nuevo para mí: grupos completos, bien organizados, todos listos para disfrutar el paseo.

Hicimos el registro y esperamos un buen rato; habíamos llegado demasiado temprano. Alcancé a ver a algunos ciclistas con quienes había subido el Cuchumá semanas antes. Los saludé, recordamos aquel día. Seguían llegando más y más ciclistas. El ambiente era festivo: fotos grupales, risas, nerviosismo por la salida.

Finalmente dieron la señal. Los bomberos guiaban al grupo como medida de seguridad. Arranqué con fuerza. La sensación de atravesar la ciudad de Tecate en bicicleta era especial. Pedaleaba con intensidad —en ese tiempo aún no sabía regular el ritmo—, y aunque no conocía bien la ruta, iba emocionado.

El clima era fresco y me sentía fuerte. Adelantaba a otros ciclistas, motivado por demostrarme a mí mismo que podía. El terreno era plano, sin muchas subidas. El desfile de estilos y niveles distintos de ciclistas era un espectáculo.

Llegamos a la primera subida, por Rancho La Puerta. La velocidad bajó, pero yo aún tenía energía. Eran caminos que solo conocía en auto, y ahora verlos en bici los hacía más envolventes.

Después vino una bajada intensa rumbo a Toyota. Como mi bici no tiene marchas largas, descendí con la velocidad ganada. Los bomberos cuidaban el tráfico, compartíamos carril con los autos. La bajada fue suave, fluida, sin sobresaltos.

En la zona de Toyota me emparejé con una ciclista que parecía profesional: bien uniformada, bicicleta elegante, potente en cada pedaleo. Imité su ritmo, y compartimos camino durante un buen rato.

Después se tomó una ruta de terracería rumbo a la presa El Carrizo. Yo seguía motivado, dejando ciclistas atrás. La chica a veces me superaba y luego yo a ella. A lo lejos apareció una subida pronunciada. Vi a varios batallar, incluso un joven que cayó por no lograr mantener el equilibrio con los clips. Yo, sin experiencia en subidas tan fuertes, intenté subir de pie y mi bici patinó. Tuve que bajarme. Ella, en cambio, subía sin dificultad.

Pasado ese tramo, el terreno mejoró. Los bomberos habían colocado un puesto de hidratación y me dieron una bolsa de agua. Seguía pedaleando junto a la chica por un camino rocoso. Había basura, pero en ese momento todo parecía paraíso: el ciclista motivado no ve eso, solo quiere seguir.

Al llegar a San Pedro, la chica aceleró. Ya no pude seguir su paso: ella había guardado energía, yo ya estaba al límite. Faltaban unos 10 km y mi cuerpo comenzaba a resentirlo. En ese tramo fui rebasado por tres ciclistas.

Ya no pedaleaba con estrategia, solo con corazón. Cada kilómetro parecía eterno. A los lados, pinos y un camino interminable. No adelanté a nadie más.

Cuando por fin llegué al último kilómetro, sentí alivio. Se respiraba celebración. Había logrado mis primeros 34 km, agotado, pero feliz. Llegué entre los primeros 15. Me sentí bueno… algo que unas semanas después, cambiaría.

Estuve un rato esperando a mi amigo; llegó como media hora después. Lo habíamos logrado. Celebramos juntos mientras rifaban pases para otro paseo: “La Empolvada”.

Mi esposa fue por nosotros. En el camino de regreso, veía ciclistas que pedaleaban de vuelta como si nada. Yo no hubiera soportado ni un kilómetro más… y ellos seguían.

En ese momento lo vi claro: no era solo un paseo. Era una forma de vida. Algo que, sin saberlo, yo también terminaría adoptando.

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