El primer día: cuando la ciudad se convirtió en camino

Publicado el 10 April 2023

Imagen de la narración

Así comenzó la idea de la bici


Durante varios años trabajé en el turno de la tarde, de 3:00 p. m. a 10:30 p. m.
En ese horario, tener un carro en buenas condiciones no era lujo: era necesidad.
El transporte público, a esas horas, prácticamente no existe.

Después de la pandemia, cambié de puesto… y también cambió mi horario.
Ahora entraba a las 8:30 a. m. y salía a las 6:00 p. m.
Un horario “normal”, como le dicen.

Pero justo el primer día, el carro estaba en mantenimiento.
Le pedí a mi esposa que saliéramos juntos a las 6:00 a. m. Ella entraba más temprano.
Me dejó en el Refugio, a unos 5 km de mi trabajo. Ahí pasan taxis.

Pero esa hora… es otra batalla.
El transporte está saturado. Si no te lanzas a la fila, puede que no subas.
Y así fue. No conseguí taxi hasta las 8:00 a. m., cuando ya todos iban en camino.

Llegué justo a las 8:30.
Lo logré… pero a costa de un esfuerzo absurdo.

A la salida, intenté hacer lo mismo: tomar un taxi de regreso al Refugio, donde me esperaría mi esposa.
Pero ya no había transporte.
En la pandemia lo quitaron… y nunca volvió.
Los taxis iban llenos. El tráfico era un caos.

Así que empecé a caminar.
Por la carretera libre a Tecate.
Esperando que pasara algo: un taxi, un camión… nada.
Caminé hasta el Refugio. Cuatro kilómetros.

Para alguien sin condición física, fue como una manda. Una penitencia inesperada.
Tardé casi hora y media en llegar. Rendido. Dolido.

Y ahí, en medio del cansancio… nació la idea.
No era tanta distancia. En bici, serían treinta minutos.
La idea empezó a rondar. A instalarse.

Se lo conté a mi esposa.
Ella solo escuchaba.
No dijo nada.
Una bici. ¿Ir al trabajo en bici?
Jamás se lo imaginó.

Pero yo sí.
Yo ya lo estaba viendo claro.
El cuerpo molido. Los taxis llenos. El tiempo perdido.
Y la bici…
La bici me estaba llamando.

Vi rutas. Observé caminos.
No me daban confianza los carros.
Miraba el camellón, las banquetas, senderos entre cerros.
Mi mente buscaba soluciones.
Porque moverse sin auto, en esta ciudad, no es cualquier cosa.
Es supervivencia.

Un día, saliendo de hacer el mandado, vi una bici barata.
$750 pesos.
No era la mejor. Pero servía para empezar.

Tenía años sin subirme a una.
La compré.

La primera vuelta fue dentro del patio.
Fue divertido.
Mis perros me miraban extrañados, corriendo detrás de mí.
Como si no entendieran qué estaba pasando.

Pero solo fue eso.
La bici quedó colgada.

Pasaron los meses.
El primer año con el nuevo turno no hice ningún plan real con ella.
Salí un par de veces por la colonia.
Me sentí inseguro.
Los carros, los perros, las calles…
Todo se sentía como un juego peligroso.

Pedaleaba solo lo justo para que la bici no se oxidara.
Pero la idea seguía ahí.
Latente.
Como una semilla.

El comienzo


Y fue un 10 de octubre de 2023 que todo cambió.

Un domingo antes, habíamos salido en el carro de mi esposa.
Olvidé mis llaves ahí.

A las 7:00 a. m. me mandó mensaje:
“Tus llaves quedaron en el carro.”

Y volvió el recuerdo.
Ese día que tardé dos horas en llegar al trabajo.
El cuerpo dolido. El estrés.

Ese día el clima era distinto.
Fresco. Nublado.
Perfecto para intentarlo.

Sin pensarlo demasiado —porque si pensaba, no lo hacía— preparé la bici.
Sin casco. Sin guantes. Sin luces.
Nada.

Así me fui.
Torpe.
Caminaba raro con la bici al lado.
Me costaba cruzar los altos.

Hice cosas que hoy no recomiendo a nadie:
ir en sentido contrario, maniobras sin control…
Pero buscaba mi forma de estar a salvo.

El camino era largo.
Sentí el verdadero cansancio:
el físico… y el mental.

Veía los espectaculares a lo lejos… y no llegaban.
Eternos.

Hasta el Refugio, el camino no fue tan complicado.
Pero ya estaba cansado.
Y aún quedaba lo peor.

Cruzar los puentes del bulevar 2000 con la carretera libre fue brutal.
Tuve que levantar la bici y correr cuando no venían autos.
Una locura.

Llegando a Plaza Sendero tomé el camellón.
Un tramo largo. Sin fin.

Antes de llegar al IMOS, mi mente ya no estaba conmigo.
Era como si el cuerpo se moviera solo.
Cansancio extremo.

Pero llegué.
Y aún faltaba.
Del parque industrial El Florido a Samsung.

Ese tramo lo conocía.
Pero no en bici.
Y fue difícil.
Muy difícil.

Llegué al trabajo sin saber por dónde entrar.
Subí las escaleras cargando la bici.
Me costaba hasta caminarla.

Pero lo logré.
La dejé en el estacionamiento.
Estaba tan cansado que mi mente ya no respondía.
El cuerpo no estaba listo para eso.

Pero llegué.

El regreso


Llegó la hora de salida.
Y el plan era el mismo: volver en bici.

Mi esposa me escribió:
“¿Voy por ti?”
Le respondí:
“Me voy solo.”

Tomé la bici.

El regreso comenzó.
Tomé la banqueta… mala idea.
Estaba obstruida: puestos, vendedores, basura…

Era un camino hostil.
No hecho para circular.

Subí por la terracería hasta el bulevar 2000.
No aguanté.
A mitad de la subida ya iba caminando.

Pasaron unos señores mayores.
Uno me dijo:
“Sigue practicando y un día la vas a subir toda.”
Solo me reí.

Seguí por banquetas. Todo en sentido contrario.
Pasé por el Refugio. Por la gasera Silza.

Casi todo el trayecto fue caminando.
Solo me subía si no había peatones.

Era un regreso crudo.
El cansancio era igual de brutal que en la mañana.

Pero esta vez vi la ciudad con otros ojos.

Desde un carro no ves los detalles.
No hueles el polvo.
No escuchas los perros.
No sientes las grietas del suelo.

Ahora lo veía todo.
Estaba conociendo la ciudad con el cuerpo.

Cuando llegué al último tramo, sentí alivio.
Me quedaban dos kilómetros.
Mantuve la distancia con los autos, buscaba sombra, espacio libre.

Llegué por caminos de peatones.
Y finalmente… a casa.

Había hecho mi primer recorrido completo en bici:
22 km divididos en dos trayectos.
Un esfuerzo enorme.

Mi esposa se enteró de todo.
No dijo mucho.
Y fue mejor así.
A veces, el silencio también es apoyo.

Esa tarde no me pude levantar.
Terminé rendido.
Vacío.

Pero algo había comenzado:
la rutina.
El cuerpo.

Al inicio, no podía hacer más de dos rutas a la semana.
Era demasiado.
Pero poco a poco…
la mejora llegó.

🗺 Ruta asociada

  • 📍 Nombre: Trabajo - Ruta de ida
  • 📏 Distancia: 11.31 km
  • ⏱ Tiempo estimado: 33 min
  • 🔥 Calorías estimadas: 305 kcal
  • ⭐ Dificultad: 2 / 5
  • ⚠️ Peligrosidad: Media
  • ⬆️ Altimetría: Plano con pendientes suaves
  • 💓 Zona cardíaca: Z2
  • 🌀 Fluidez: Alta

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