Lunes de reacción inesperada

Publicado el 26 May 2025

El día de hoy fue extraño. Ayer había hecho una ruta demandante: seis horas, 75 kilómetros. Pensé seriamente en irme en auto para darle un poco de reposo al cuerpo. Pero al salir al patio temprano y sentir el clima fresco, algo en mí se activó. El cuerpo respondió con ganas. Además, mover el carro implicaba sacar a los perros del camino, perder tiempo, y sinceramente, mi carro también necesita una buena lavada.
Mi esposa ya se había ido al trabajo, así que me apresuré a alistarme. Esta vez tocó llevar la bicicleta rodada 27.5, un poco más pesada que la 29, pero era lo justo: la otra necesitaba mantenimiento en la transmisión por el desgaste del día anterior.

Hice mi rutina de siempre: alimentar a los perros, asegurarme de que tuvieran agua, y desayunar algo que me diera energía para el trayecto. Coloqué las luces, ajusté detalles… todo estaba listo. Salí a las 08:06 am, unos minutos más tarde de lo planeado.
La verdadera prueba sería ver cómo reaccionaba mi cuerpo después del esfuerzo de ayer. Para mi sorpresa, no me sentía agotado. Al contrario: mis piernas tenían fuerza, los músculos respondían con soltura. Así que mantuve una buena cadencia, aceleré lo justo y encontré el ritmo ideal: velocidad sin desgaste.
El trayecto fue sencillo. El tráfico estaba calmado, y eso ayudó a que todo fluyera. Llegué al trabajo en 32 minutos, tranquilo, sin sobresaltos ni presión.
Lo distinto de hoy fue entrar al estacionamiento por las escaleras, no por la rampa de los autos. Eso lo contaré en otra narración, porque tiene su historia.
Llegué con un retraso de quince minutos, pero no hubo consecuencias. El ambiente en la oficina era relajado, sin novedades ni problemas tan temprano.

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