Martes día fresco, nubes grises ida

Martes, 13 de mayo de 2025
Día fresco, nubes grises.

Me levanté a las 5:00 a. m. Ya tenía ganas de moverme. Me dormí a las 10:50 p. m. y aunque no fue el mejor descanso, la puntuación marcó 76. No es excelente, pero alcanza. A veces, eso basta.
Me preparé un café y me asomé a la ventana. Todavía estaba oscuro. Afuera todo estaba en silencio… de esos silencios que se disfrutan sin buscar nada.
Estuve un rato en la cocina, ordenando lo que había quedado pendiente. Los platos ya estaban lavados, solo era cosa de colocarlos bien. Revisé las noticias, lo que pasa en el mundo, las finanzas. Después me senté a escribir lo que se me había quedado del lunes. A veces las cosas se viven, pero no se escriben, y si no las dejas por escrito, se pierden.
Pasada una hora, ya estaba metido en la rutina. Limpiar los patios, darle de comer a los perros. Lo normal. Al salir de casa, sentí el frío. Las nubes estaban pesadas, como si fueran a soltar lluvia en cualquier momento.
Hoy hice las cosas con calma. No me salté el desayuno, y eso siempre se agradece. Más si lo comparto con mi esposa. Ese rato juntos, aunque sea corto, vale mucho.
A las 7:55 a. m. ya tenía todo listo. Salí tranquilo. La bici ya es parte de mi rutina, parte de mí. El camino se siente familiar, pero cada día trae su detalle.
Hoy vi a la gente caminando hacia el trabajo, niños con mochilas rumbo a la escuela. Es la misma escena de siempre, pero cuando uno la mira con atención, cambia. Hay algo en esos movimientos que te recuerda que todos vamos cargando algo. Y aún así seguimos.
Al llegar a la carretera federal rumbo a Tijuana, sentí el viento. No suave… directo, de frente. Desde el inicio supe que iba a ser pesado.
Mi bici no fluía, como si algo la detuviera. Pero no era la bici. Era el viento. De esos que no ves, pero que se sienten como si empujaras una pared. No había tráfico complicado, ni perros, ni problemas. Solo el viento. Constante. Firme.
El camino que suelo dominar, hoy me lo cobraba. Pedaleaba con fuerza y no avanzaba. Como si cada metro costara más. Fueron 34 minutos, pero se sintieron como una hora. No sé si fue el viento… o mi cuerpo. Quizás los dos.
Llegué al trabajo sin novedades. Los minutos que había ganado otras veces, hoy se esfumaron. El viento los reclamó.
Pero así es esto. En la bici, como en la vida: hay días que todo empuja a favor, y otros donde solo queda aguantar. Pedalear aunque no avances. Respirar, seguir, entender que a veces el viento enseña más que el camino.

Martes día fresco, nubes grises ida

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