Inicio de semana, mayo después de festejo día de las madres

Lunes.
La rutina no espera; es un ciclo que debemos seguir después de dos días de descanso. El arranque ya se hacía presente.
Uno de los retos modernos es dormir bien, por lo que un día antes había preparado todo para intentar garantizar un buen sueño. Me compré unos tapones para los oídos para evitar despertar con pequeños sonidos.
El lunes fue un día de contrastes respecto al clima; se sentía fresco desde la mañana. Desperté a las 05:30 am. Mi esposa ya estaba despierta. Como es costumbre, tenía que revisar su carro para asegurarme de que su viaje fuera seguro. Salió rumbo a su trabajo a las 06:10 am. Yo aproveché para darle una pequeña limpiada al patio y ponerme al día con las noticias. No había novedades importantes.
Era lunes, por lo que juntar la basura y sacar el tambo era una necesidad. La mañana pasó rápido. La ida en bici al trabajo ya es algo normal, así que le di una revisada a la bici: limpiada, lubricación a la cadena, aire a las llantas.
No quise desayunar, así que solo comí un plátano para tener algo en el estómago. Di de comer a los perros y les di agua.
Ya tenía todo listo para partir, así que salí rumbo al trabajo a las 08:03 am, pero al primer km me di cuenta de que no llevaba los zapatos correctos. No me dejarían entrar. Así que regresé.
Ya el tiempo estaba encima: 08:06 am. Eso me ponía en el escenario de llegar tarde, pero aún así tomé calma. La ruta la traté de hacer en zona 2 (110-130 ppm); no quería exigirme. El camino lo sentí tranquilo, no había agresividad por los autos. Tomé todo con calma, anticipando movimientos.
El recorrido fue agradable; la temperatura fresca y la intensidad que puse me hizo disfrutar el trayecto, ver detalles del camino sin sentir la sensación de agotamiento que muchas veces se hace presente.
Después de una jornada de trabajo, la hora de regresar a casa había llegado. Salí rumbo al estacionamiento. Lo primero que hice fue revisar si la bici tenía aire, y todo estaba bien. Me preparé como de costumbre y salí sin demora a las 18:06. Ya estaba en camino. El tráfico era el habitual, así que nuevamente el ritmo fue tranquilo.
Al llegar a las vías para subir al Blvd. 2000, vi a lo lejos el grupo de perros con su dueña, que la semana pasada me había mordido. Esta vez, si los tomó de la correa o los llevó por otro camino. Fue bueno, no quería estar en esa misma situación.
Al llegar al refugio, sin duda es un lugar con más movimientos: carros queriendo entrar a la zona, otros parados para ir a la zona este de Tecate, taxis subiendo gente... Un lugar para estar precavido. Así que esperé el semáforo, lo cual tardó mucho porque lo estaban controlando manualmente, y me fui por el camellón. Eso me protegió de los carros que continuamente van hacia la plaza El Refugio o de los taxis subiendo gente por todas partes.
A partir de este punto, no hubo novedades. El camino no representaba mucho riesgo. Aun así, fui con precaución, viendo por mi espejo y anticipando conductores agresivos.
Mi recorrido lo terminé en 40 minutos, sin fatiga, tranquilo y feliz, nuevamente por estar en casa con mi esposa.

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