El regreso que me devolvió el equilibrio

Publicado el 08 May 2025

El día terminó intenso en el trabajo.
Tenía que hacer unos cambios a una aplicación, pero la hora de salida me ganó.
Y me lo recordé: el trabajo no lo es todo.
Me dirigí al estacionamiento como siempre, una charla corta con los compañeros mientras cada uno se acercaba a su escape. Al llegar a la zona de bicicletas, vi una con la llanta pinchada de un compañero. Pensé: “Pobre compañero, a ver cómo le va…”
Lo que no esperaba era que la mía también estuviera igual. Llanta delantera sin aire. No quise cambiar el tubo. Confié. Era la delantera, pensé, no recibe tanta presión. Le eché aire y salí.
Un compañero me pitó desde su auto al salir, llamando la atención. Lo ignoré. En las intersecciones hay que estar alerta, no perder foco.
La temperatura era agradable, aún no se siente el calor. Y yo tenía muchas ganas de darlo todo sobre el asfalto.
Los primeros kilómetros fueron pesados por el tráfico, pero después el camino se volvió lineal, sin muchas distracciones. Tráfico habitual, nada fuera de lo normal.
Pero hubo un gesto que me marcó: un auto me dio el paso en el puente del Bulevar 2000 rumbo a Tecate.
No es común.
Es extraño ver aún a alguien atento al prójimo. Me recordó que no todo está perdido.
El resto del camino fue tranquilo, todos en su lugar, sin sobresaltos.
Llegué a casa con un tiempo de 40 minutos, cansado por las últimas subidas, pero feliz.
Feliz por estar en casa, que mi bici no me diera problemas en el camino. Por ver a mi esposa. Por cerrar el día sobre dos ruedas y no frente a una pantalla.

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