Pedaleando se piensa mejor
Publicado el 19 July 2025
El sábado es un día que se presta para descansar un poco. Después de toda la semana haciendo rutas al trabajo, normalmente no me levanto pensando en pedalear, pero conforme avanzan los minutos, replanteo el plan. Salir en bici se ha vuelto un ritual de inicio de día, una forma de activar el cuerpo y la mente desde temprano.
Ese sábado me levanté a las 06:30. Preparé café y me puse a revisar la computadora. El miércoles anterior me había topado con que no arrancaba Windows. Al revisar más a fondo, vi que el disco duro se había dañado. El BIOS lo detectaba, pero no iniciaba el sistema operativo. No lo había previsto, por lo que nunca respaldé nada. Todos mis documentos, fotos y archivos estaban ahí. Me causaba malestar y preocupación no tener ningún respaldo.
Me dormí tarde intentando iniciar el disco con un sistema Linux, pero tenía muchas fallas y no podía ser montado. Aun así, seguía intentando. Entre esos intentos de recuperación, pensé que quizá algunos archivos podrían estar en otros discos duros. Me di tiempo para buscarlos, pero la mañana me estaba invitando a salir. En momentos de estrés y preocupación, una mente tranquila puede reaccionar mejor y encontrar soluciones más claras.
La mañana avanzaba rápido, pero logré salir de casa a las 08:30. Salí ligero, sin más que lo necesario. Solo planeaba llegar hasta San Pedro y regresar. Llevo varios días sin poncharme, lo que me da más confianza para salir así.
Al salir noté que el sol ya estaba fuerte. No llevaba manga larga; confié en que los rayos no fueran tan intensos. Todo el recorrido lo hice con intensidad media. El tráfico era fluido: no tan tranquilo, pero aún se podía disfrutar el ambiente. Me llama la atención cómo cambian los alrededores en solo unos días. Las obras no paran. Los cerros, que antes estaban vacíos, ahora albergan casas. En pocos años, todo este rumbo estará urbanizado. Hay que aprovechar mientras aún se siente ese aire relajado.
Pronto llegué al puente de San Pedro. Se aproximaba la subida, la parte interesante. Lo ideal es tomarla con inteligencia y calma. El sol ya pegaba de frente. Son cerca de 5 km: los primeros 3 son relativamente fáciles, a unos 13 km/h; los últimos 2 son más inclinados, y la velocidad baja a 10 km/h. Subí tranquilo, sin necesidad de exigirme mucho, aunque el sol provocó más desgaste.
Ya en San Pedro, la calma aumentó. Aún había poco movimiento. Me detuve solo unos minutos para tomar agua y comencé el regreso. El descenso fue agradable; recuperé la velocidad perdida en la subida. Ahora el sol me daba de espaldas, lo que hizo el clima más llevadero. Pronto llegué al puente de la carretera federal. Tocaba otra subida. No había más que seguir, aunque fuera con ritmo lento.
El sol a la espalda ayudó bastante. Los siguientes kilómetros fueron sencillos, aunque un poco incómodos por el camino: a pesar de ser carretera pavimentada, hay mucha arena por los deslaves de cerros. Para evitar pasar cerca de los carros, hay que irse por las orillas, cuidando no resbalar. El último tramo fue bajada, kilómetros fáciles.
Llegué a casa a las 09:35 a. m. Fue un recorrido de 1 hora con 5 minutos. Lo curioso fue que, por el calor, mi ritmo cardíaco subió más de lo normal, haciendo el trayecto más desgastante.
Pero el objetivo se cumplió: desperté por completo y activé el cuerpo para seguir con las rutinas del día.
🗺 Ruta asociada
- 📍 Nombre: San Pedro ida y vuelta
- 📏 Distancia: 21.00 km
- ⏱ Tiempo estimado: 85 min
- 🔥 Calorías estimadas: 620 kcal
- ⭐ Dificultad: 3 / 5
- ⚠️ Peligrosidad: Baja
- ⬆️ Altimetría: Subida constante hasta retorno, luego descenso
- 💓 Zona cardíaca: Z2-Z3
- 🌀 Fluidez: Alta
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